Quiero mostrar las fotos de la Obra en plenitud y luego contarles mi viaje a Roma, además que todo marcha sobre rieles, ya es imparable, esto es la alegría, esto es La Obra de la Divina Providencia !!!
CANONIZACIÓN - ROMA AÑO 2011

Viajamos a Roma un grupo de personas de la Argentina, de todas sus provincias. Particularmente fui identificada, con la provincia de Salta, con "La Divina de San Ramón de la Nueva Orán".
Fue grandiosa la misa en la Plaza del Pueblo.
Biografía de San Luis Guanella
San Luis Guanella nació en Francisco de Campodolcino (Sondrio-Italia), el 19 de Diciembre de 1842, hijo de Lorenzo y de María Bianchi. Terminados los estudios en el colegio Gallio y en el seminario diocesano de Como, donde recibió la ordenación sacerdotal el 26 de mayo de 1866, ejerció su ministerio durante nueve años en la diócesis, primero de Prosto y después en Savogno.
Guiado por un impulso interno de ayudar a los más desfavorecidos, pasó tres años con Don Bosco, que le acogió como uno de los suyos y le manifestó gran cariño. Quiso mandarle de misionero a Argentina, pero al final no pudo ser. Volvió a trabajar a la diócesis donde había sido reclamado, esperando confiadamente que sonase, como solía decir, la hora de la Providencia, para comenzar aquellas obras de caridad por las que sentía un atractivo natural y vocación divina. Entre dificultades de todo género, desconfianzas, incomprensiones, persecuciones, vio truncarse ya en los inicios todas las posibilidades de trabajo. Sin embargo, con gran fe, “esperó la hora de la Providencia”.
El Obispo le mandó a Pianello Lario, a suceder a Don Carlos Coppini, de quien heredó un pequeño grupo de jóvenes comprometidas y bien formadas que querían seguir a Jesús en la vida religiosa. Cinco años fueron suficientes para que el grupo se convirtiese en una organización dispuesta a confiar y a seguir las huellas del padre. Una tarde de abril de 1886, una pequña barca sale de Pianello a Como. Iban en ella además del barquero, dos hermanas, niñas huerfanas y algunos pobres utensilios. Era el salto a la ciudad, la primera experiencia de “misión”.
Allí se consolidó la Obra entre pruebas, contratiempos y persecuciones. El grano de trigo se convirtió en espiga. Se multiplicaron la casas. Las dos congregaciones que él había fundado, las Hijas de Santa María de la Providencia y los Siervos de la Caridad le ayudaron a hacer posible su sueño: que muchos pobres (ancianos, niños, discapacitados, etc.) tuvieran una casa, una familia, formación, asistencia, calidad de vida. En 1903 fundó en Roma con la ayuda de su amigo el Papa San Pío X.
En 1913 y a pesar de sus setenta años, parte para Estados Unidos, quiere que llegue hasta allí su obra para ofrecer ayuda a los emigrantes italianos.
En enero de 1915 acudió inmediatamente para ayudar a los damnificados en un terremoto que asoló una de las regiones de Italia (Avezzano y la Mársica). Tenía un corazón enorme.
Esta fatiga y otras muchas desgastaron sus energías y aceleraron su fin. Entre quienes acompañaron a Don Guanella en sus últimos momentos se encuentra Don Orione quién relata: “…yo entonces lo llamé y el me reconció enseguida y abrió los ojos, si bien con dificultad y no bien, especialmente el izquierdo. Me tendió la mano que yo besé con devoción más de una vez y lo conforté en el Señor, diciéndole que todos orábamos por él y que también en mis casas, en Tortona especialmente, se rezaba a la Virgen para que se lo confortara. Le dije que no se cansara. El se demostró muy contento de la visita. Le supliqué que diera la bendición a mí y a sus sacerdotes e hijos y a mis sacerdotes. “A todos, a los suyos y a los míos, cercanos y lejanos” y alzó la mano y dio, con el signo de la cruz y con las palabras, la bendición. Los otros sacerdotes y yo nos pusimos de rodillas. Luego el Padre Bacciarini, el Padre Silvio y otros sacerdotes suyos quisieron que lo bendijera y yo, en voz baja, lo bendije. El se dio cuenta y se persignó. Luego me tendió abierta la mano derecha, queriendo saludarme y me digo:” ¡Nos veremos en el Cielo!”. Pero yo estaba emocionado y él extendió la mano. Mi corazón y toda mi alma puse en esa mano del Santo. ¡Sí, querido Don Guanella, Siervo de la caridad, hermano dulcísimo, nos veremos en el Cielo! ¡Muere un Santo! Don Guanella está sereno, acostado sobre un lecho e inclinado sobre el costado izquierdo. Está allí en una gran paz. Muere como vivió, en una gran simplicidad…”.
Muere como el de octubre de 1915 a las 14,15 hs. Sus restos descansan en el Santuario del Sagrado Corazón en Como en un altar privilegiado dentro de una urna y junto a él la Beata Clara Bosatta. Los fieles pueden venerar su cuerpo en ese lugar.
Una calle que lleva su nombre en la Ciudad de cómo: El Consejo Municipal, con votación unánime, el 3 de julio de 1918 cambió el nombre de la calle, Juan de Cermenate, por el de Don Luis Guanella.
También en Argentina en la localidad de Tapiales y en Pergamino hay dos calles que llevan su nombre.
En 1964 fue beatificado por PabloVI, el cual dijo de él: “su obra es obra de Dios, es santa, es buena”.
Hoy a las tres ramas de la Familia Guanelliana, los Siervos de la Caridad, las Hijas de Santa María de la Providencia y la Asociación de los Cooperadores Guanellianos se encuentran, con una presencia activa y caritativa ejerciendo su misión de caridad en cuatro continentes: América, Asia, Africa, Europa
Luis Guanella fue canonizado por su Santidad Benedicto XVI en Roma el día 23 de octubre de 2011.
Nos recuerda San Luis Guanella
Caridad con los pobres
1. El que da a los pobres presta a Dios
2. Para recibir a dos manos de la Providencia, hay que dar a cuatro manos a los pobres.
3. Llénese de pobres la Casa, y caerá una lluvia de bendiciones.
4. Todos los asilados han de estimarse como amigos queridos y hermanos en Jesucristo.
5. Los asilados son nuestros amigos y los preferidos de la Providencia: hay que amarlos para que Dios nos asista.
6. A los ancianos, porque son más dolientes, hay que tenerles mayor compasión; más que físicamente se los ha de mirar con ojos de fe, pues han quedado privados de la natural atracción de los afectos puramente humanos.
7. El amor sugerirá los modales y discursos adecuados para aliviar a los doloridos.
8. Un pobre apenado se gana con el trato cortés y se pierde con un trato grosero.
9. A los ancianos e inválidos no hay que hacerles nunca reproches ni se los debe afligir.
10. Haya especial cuidado de los abandonados y de los que no tienen recursos humanos
11. Téngase a los subnormales verdadera estima y cariño como a criaturas de Dios, como a miembros de Jesucristo.
12. La enfermería bien puede llamarse la hospedería de Dios, pues en ella se hospedan los pobres enfermos, que son la imagen más real de Jesucristo.
13. Todos los miembros de la Casa han de educarse a sentimientos vivos de compasión hacia todo género de afligidos; un corazón bondadoso es bendecido por Dios.
14. Los pobres son nuestros predilectos: por ellos debemos trabajar y sufrir.
15. Reflexiónese en que los pobres son infelices, y como tales hay que compadecerlos. La pobreza es tan grande bajo el punto de vista de la Fe: es necesario que al menos en parte se sientan las privaciones de la pobreza, para que sea meritoria.
16. Los pobrecitos inválidos son muy sensibles al buen y al mal trato; son como los niños que pronto se ganan y pronto se pierden.
17. Mientras haya pobres y necesitados no se puede poner punto final a las obras de caridad.
18. Los enfermeros tengan un corazón rebosante de inteligencia y ternura.
19. Un pueblo de hambrientos que se alimenta a la mesa de la caridad cristiana es como una multitud de ángeles que traen a la tierra favores celestiales.
20. Un pobrecito se presenta antes ustedes y extiende con vergüenza la mano pidiendo piedad… Ustedes sacan la suya y dejan que se escurra en la de él copiosa limosna. El mendigo agacha la cabeza, depone un afectuoso beso sobre el dorso de vuestra mano, dejando caer sobre ella dos gruesas lágrimas ¡No las sequen! Dos joyas preciosas: preséntalas al Cielo diciendo: "Señor, a mi me diste la satisfacción de socorrerlo; a él el don de agradecimiento…" Alégrense, porque la mano que da limosna es una mano bendita.
21. Los que asisten a ancianos e inválidos son como el soldado que sostiene entre sus brazos al amigo herido de muerte.
22. Cuando llegue el momento de entregar a la madre tierra el cuerpo de nuestros abuelos difuntos, entonces se dé cabida -entre la Casa y sus familiares- a sentimientos de cristiana tristeza y confianza; abúndese en los sufragios, para asegurar al alma su eternidad feliz.
23. En el juicio final Dios tendrá misericordia con los que la practicaron con los pobres.
24. Un cristiano que tenga fe y corazón no puede pasar indiferente ante la indigencia del pobre; ahí se conoce si es verdadero discípulo de Cristo: si tiene caridad con los que sufren.
Contacto con Dios
1. La gracia del Espíritu Santo, como combustible en la nave, nos permite surcar el mar de la vida.
2. El Señor se Fija en ti, como un padre lo hace complacido con su hijo único.
3. Tras tantos siglos de cristianismo, ¿se encuentran todavía crsitianos por la mitad?... Duele recordarlo. ¡Cuántos hay, cuántos!
4. Jesús está a la puerta de tu corazón. Golpea con el latido del arrepentimiento y llama con la voz de las inspiraciones, ¿te parece abrirle?
5. La Iglesia es nuestro Paraíso en la tierra.
6. Para entenderse justamente con los hombres, hay que saberse entender ante todo con Dios, que es camino, verdad y vida.
7. El Señor te observa con suspiros de amor, mejor que una madre que cuenta los latidos del niño que duerme.
8. Jesucristo es el Amigo que no abandona.
9. El asiduo conversar con Dios sirve para avivar más la caridad.
10. Tu mayor consuelo aquí en la tierra es mirar hacia Dios y llamarlo: ¡Padre! ¡Padre!
11. Los Siervos de la Caridad deben saber comunicarse con Dios en los ejercicios -hechos en común- de la meditación, del examen práctico, la oración vocal, etc., porque donde hay varios reunidos en su nombre, allí está Jesús en el centro, que todo lo rige y gobierna.
12. El espíritu de cada casa debe ser el de una familia, que todo lo tiene en común, bienes espirituales y temporales. ¡Ojalá se refleje en cada familia de la Congregación el resplandor de la Sagrada Familia de Nazaret!
Buen ejemplo
1. El mundo necesita el aire puro de la virtud.
2. El buen ejemplo es una flor fragante, que -como la violeta- se esconde entre las hierbas y, sin embargo, se hace notar. Es como la hermosísima azucena que -aún vista de lejos y de cualquier lado- alegra el corazón.
3. El buen ejemplo es como un rayo de luz que baja del paraíso; es como un fuego que calienta los corazones fríos; es un imán que atrae y une a Dios.
4. El buen ejemplo es la primera y más elocuente de todas las escuelas.
5. Más vale la lección del ejemplo de un santo que la ayuda de volúmenes enteros que dictan preceptos de filosofía puramente humana.
6. El sacerdote sea un preclaro dechado de buenas costumbres, cuídese de toda apariencia de mal. En las miradas, en los gestos, en toda su conducta debe mostrar decoro y santidad. Sea interior y exteriormente ministro de oración: siempre ha de orar, con la boca y el corazón. Su vida intachable ha de ser comprobada con hechos y palabras de caridad.
7. El director espiritual ha de preceder con el buen ejemplo, porque éste arrastra, como el imán atrae el fierro. Sea intachable en el estudio y en la oración, porque el cuidado de las almas es el arte de las artes.
Para finalizar esta página web, lo hago con fotos de recuerdos inolvidables
Carta de Juan Ignación por el día de la Madre